Azar y Azahares
Por Benjamín Parra Arias
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Azar
Causa o fuerza que supuestamente determina que los hechos y circunstancias imprevisibles o no intencionados se desarrollen de una manera u otra
(The Free Dictionary)
Azares. Una mañana la vida, como advierte Joan Manuel Serrat, “nos gasta una broma, y nos despertamos sin saber qué pasa, chupando un palo sentado sobre una calabaza”.
Una persona que amamos se va de repente. Un adiós totalmente inesperado. Un análisis médico que dice lo que nunca quisiéramos oír. Nos avisan que estamos en la nómina de reducción de personal o que directamente cierran nuestra oficina.
Y vamos elaborando teorías: que si fue la voluntad de Dios, que si fue nuestro destino, o quizá aquella decisión que tomamos o la cosa que hicimos hace años. Y nos dejamos llevar un tiempo por una melancolía que antes sólo veíamos en otros.
El golpe avisa, dicen por estos lugares. Esa es toda la previa de que disponemos. Se abre ante nosotros un boquerón absurdo, una oscuridad que lo abarca todo. Se nos van las ganas de comer, el sueño, la alegría que encima ya era tan escasa.
Azahar
Flor blanca del naranjo y otros cítricos. El nombre se asocia popularmente a la flor de naranjo, la más apreciada de todas por su belleza, aroma y propiedades.
(Wikipedia)
Entonces una mañana estalla la flor del naranjo anunciando el retorno de la primavera y de la vida. La luz se convierte en frutos perfumados y al mediodía estallan geranios y buganvillas.
La tarde se llena de arreboles que anuncian el buen tiempo de mañana. La risa sale sin que la convoquen porque no puede resistir tanto jolgorio.
Es que hemos encontrado a alguien. O de pronto esa persona respondió a nuestro mensaje y dijo que sí: “¿Dónde está la cabaña que nos cobijó, donde tú me dijiste que sí, amor mío, sí, esta noche sí…?” (Un gran amor y nada más, Nicola di Bari).
O se abrieron unas puertas que estaban cerradas y entramos; nos sentimos plenos. O nuestro cuerpo respondió a los tratamientos del hombre y sanamos.
A veces los azahares se transforman en azar y nos duele porque queríamos que fuera eterno el beneplácito, interminable la pasión.
Pero si uno es consciente de la curiosa perspectiva de las cosas, por más que los azares nos golpeen contra las rocas, jamás, absolutamente jamás, olvidaremos el perfume de los bellos azahares…
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