Orlando Boffill, su pintura: una obra de síntesis

01 abril, 2017 | Trazo Fino

Texto

Entrevista al pintor Orlando Boffill

Por Ysi Ortega


La creatividad, denominada también pensamiento original, es un proceso mental que nace de la imaginación y engloba varios procesos mentales que se combinan entre sí para producir algo nuevo. Es la capacidad que tiene el hombre para innovar, para generar nuevas ideas o conceptos, o nuevas asociaciones entre ideas y conceptos conocidos que normalmente llevan a conclusiones nuevas, resolviendo -muchas veces- problemas y produciendo soluciones originales y valiosas. La cualidad de la creatividad puede ser valorada por el resultado final y es un proceso que se desarrolla en el tiempo y que se caracteriza no solo por la originalidad que resulta de encontrar algo nuevo, sino también por la adaptabilidad y por sus posibilidades de realización concreta que satisfaga tanto a su creador como a los demás.

En un mundo como el actual, en proceso acelerado de globalización y donde el concepto de espacio cultural se reconsidera a la velocidad con que se desarrollan los medios de comunicación, nos lleva a pensar que es difícil localizar al artista y su obra en un punto espacial específico y por ende, ese proceso creativo puede demandar más esfuerzo que en tiempos pasados. En el arte esto se refleja en la necesidad reinante de diálogo entre los valores culturales de origen del artista y el discurso  establecido por el arte contemporáneo, heredero de la tradición occidental. El psicoanalista alemán Erich Fromm afirmaba: “En cualquier tipo de tarea creadora, la persona que crea se une con su material, que representa el mundo exterior a él.” Lo dicho por Fromm es un punto que se hace visible en el pintor cubano Orlando Boffill Hernández a través de toda su obra pictórica.                                       

Con una temática protagonista en el mar, los peces, los barcos, su país de origen (Cuba); las cosas que suceden tanto en el interior del ser humano como la situación actual del mundo que le rodea y denotando una perspectiva intelectual a través del ludismo, la parodia o la intertextualidad, este pintor caribeño desarrolla una profesión  que no está exenta de sacrificios, pero que en eso que el mismo  llama su “gran experiencia vital”, sigue consiguiendo que del otro lado esté esa “tercera cosa” de la que ninguno es propietario, de la que ninguno posee el sentido, que se erige entre dos, descartando toda transmisión en lo idéntico y toda identidad de la causa y efecto, como bien explicara Rancière en “El espectador emancipado”(2008). 

 Orlando Boffill  nació y estudió en La Habana, Cuba. Más tarde se radicó en México y actualmente reside en Nueva York. Desde esa multicultural gran ciudad ha tenido la amabilidad de aceptar esta entrevista que transcribo a continuación:

En cierta ocasión decías que “El arte para mí desde siempre fue una experiencia vital, incluso desde la más temprana niñez. Esencialmente un sentido de vida, una profesión que elegí por vocación”.  

En tu opinión, ¿Consideras que  la  vocación es  algo innato al ser humano, quizás como un don concedido al nacer? o ¿La vocación de alguna forma se construye?  

Me parece que la vocación en cuanto a que se nace o se construye  tiene parte y parte, y en sentido general está relacionado con determinadas profesiones donde el arte es una especie de rara avis. Cabe apuntar la máxima: el arte nace, no se hace. Por mi experiencia sé que nací con la vocación de pintor. Quizás con algunas otras profesiones también ocurra lo mismo, pero lo cierto es que conocemos muchos adolescentes que no saben qué hacer con sus vidas y en el camino la van moldeando. Por demás, muchas personas se frustran en este sentido de marcar sus vidas con una profesión y se van de esta vida sin haber tenido muy claro en que hubieran sido buenos realmente.

 Lo de nacer con una vocación se plantea a temprana edad porque ello siempre está relacionado con hacer algo compulsivamente por necesidad espiritual y con cierta capacidad o destreza por encima de la media. De esta manera un futuro pintor por lo general  está relacionado con aquel niño que es el mejor dibujante de su clase.    

¿Recuerdas alguna experiencia o anéctoda durante tu niñez que pudo avizorar ese futuro en el que hoy vives?

Mi relación con la pintura siempre fue de mucha concentración y pasión. Desde muy pequeño trataba de reproducir cualquier lámina que cayera en mis manos y quedaba absorto cuando veía  aquellos grabados del Sagrado Corazón o de La Última Cena que tanto abundan en las casas cubanas. No obstante debo subrayar que siempre sentí un gran apoyo de mi entorno más inmediato: mis padres y amigos siempre elogiaban mis intentos y eso fue muy estimulante. Aún conservo muchos dibujos en cuadernos escolares de cuando estudiaba en la primaria.

Una anécdota interesante es que Vicente, mi tío paterno, entusiasmado por el advenimiento del primer sobrino escribió un diario de mi nacimiento que todavía conservo, y creo que más que todo guiándose por el Horóscopo, auguró en mí a un gran deportista y artista (sonrisas). En efecto, mis dos grandes pasiones compartidas en mi juventud fueron el baseball y la pintura. Lo de “grande” fue puro afecto filial. Después ocurrió algo muy interesante, mi tío Vicente emigró a Europa a principio de los años setenta y puntualmente él me enviaba una hermosa postal por mi cumpleaños que posteriormente yo le devolvía en carta hecha dibujo.

Una vocación bien definida que brota en la temprana juventud es muy ventajosa, el resto lo hará la constancia y un clima propicio para su desarrollo, y por suerte este  ha sido mi caso.

¿Cómo fue tu acercamiento al mundo de la pintura profesional?

Mi acercamiento a la pintura con intenciones profesionales comenzó por el año 1980 cuando me entero que en la casa museo Ernest Hemingway, que por demás colindaba con mi pre universitario ,un pintor llamado Orestes Vergel iba a comenzar un taller de dibujo y pintura para desarrollar lo que en Cuba se llama «Movimiento de artistas aficionados». 

Allí  coincidimos un numeroso grupo que con el tiempo se decantó y quedamos cuatro  jóvenes, grandes amigos del barrio; y apenas un año después, junto con nuestro profesor Orestes Vergel fundamos el grupo «La Vigía», asumido el nombre de la finca donde está enclavada la casa Hemingway. 

Así empezó lo que el escritor cubano Lezama Lima hubiera llamado un Taller Renacentista. Aprendimos a dominar la diversas técnicas de la pintura: dibujo, acuarela, témpera y óleo; pero también a repasar lo acontecido en la historia del arte nacional y  universal, sobre todo lo mas relacionado con el arte contemporáneo. Un complementeo importante fue nuestras asiduas visitas al Museo Nacional de Bellas Artes y una activa participación en la vida de las artes plásticas habanera, en las redes de galerías de la ciudad que por aquellos años ochenta era muy dinámica. 

Por decirlo de algún modo fue una iniciación maratónica, pues en breve tiempo éramos un grupo consolidado donde cada uno de nosotros ya despuntaba con su propia personalidad inspirada en el conocimiento que íbamos adquiriendo sobre nuestro arte contemporáneo y el de las clásicas vanguardias internacionales.

Mis primeros pasos en el mundo de la pintura no lo puedo desligar de este colectivo que más de treinta años después sigue activo en el arte y la amistad, ahora cada cual enfocado en su carrera e interactuando en proyectos comunes cuando la vida y las circunstancias lo permiten.

¿Y recuerdas cuáles fueron las principales influencias en aquel momento?

Asimilar el arte de vanguardia fue un proceso intelectual y una aventura completamente nueva en aquellos inicios. Fue literalmente asomarme a una ventana y dar con una nueva naturaleza creada por un arte que interpreta la realidad de una manera muy subjetiva, según la sensibilidad y el temperamento de cada artista.

Esa aventura fue muy interesante sobre todo en lo que respecta a la libertad de expresión  que ofrece el arte contemporáneo y los retos que imponen  las diversas búsquedas y caminos para tratar de encontrar medios propios que signaran mi arte.                                                  

En mis inicios me identifiqué  con muchos pintores pero los que me influyeron de manera más directa fueron: Marc Chagall, Paul Klee, Pablo  Picasso, George Rouault, James Ensor y los cubanos Ángel Acosta León y Carlos Enriquez. Tuve etapas donde se veía la marcada influencia de alguno por encima de otro y la alegría que me daba  el aporte que inevitablemente agregaba  mi  impronta cuando uno está empeñado en dar una respuesta personal y original. Todos los artistas referentes vienen siendo  padres artísticos, después viene el necesario parricidio  para, con ello, decantar la personalidad y el sello que hay por naturaleza en todo creador. Lo dijo Picasso: en arte hay que matar hasta al padre.  

Viendo y admirando por algún tiempo tus obras,  no puedo dejar de relacionar tu trabajo con aquello que en el ámbito de la música, el virtuoso Daniel Barenboim afirma que debe ser la base del arte: la reflexión. En tu caso, más allá de que tus trabajos denoten un aspecto intelectual ¿Hay en tu obra una búsqueda consciente de la perfección?      

 Considero que por definición la perfección en el arte no existe como algo tangible o medible. Todo artista busca  lograr en su trabajo al menos un poco de poesía y personalidad. Se dice que la perfección es un concepto inalcanzable, un ardid  para continuar desarrollando la obra y en ese trance se alcanza eso que se llama madurez y maestría.

Mientras el artista vive la perfección siempre estará en la obra por realizar. Dentro de una producción artística podemos avizorar determinados elementos que señalan a una obra superior a las demás y es por ello que determinados artistas son caracterizados con determinadas obras. En mi caso, la búsqueda de la perfección tiene un sentido que está  relacionado con lograr una obra de síntesis, tener la capacidad de despojar al trabajo de todo artificio y maquillaje. Depurar hasta llegar a la esencia  para con ello conseguir un mayor impacto y una mayor fuerza del contenido que quiero expresar. Hace unos años mis personajes tenían mucha carga estructural, eran demasiado facetados y recargados. Actualmente sigo apostando sin traumas  por una obra esteticista y de formas puras y en todo caso ello me convierte en un artista muy quisquilloso con el resultado final de la obra. Recientemente acabo de terminar un trabajo que comencé en Cuba hace cinco años. 

Es como desarrollar una técnica de constantes mejoras ¿es así?

Mi obra es esteticista, directamente relacionada con la pintura-pintura y sus técnicas tradicionales dentro del concepto de obra cerrada de las vanguardias clásicas del siglo xx. Abordo mi obra dentro de un sistema de pensamiento abierto y dialéctico, como bien anotabas al comienzo. Todo en función del mensaje que quiero transmitir. En esencia mi pintura transita  en una diversidad que a veces esta signada por una poética introspectiva y de descarga emocional, y otras de carácter más conceptual, donde me permito la experimentación con diversas técnicas y materiales incluyendo la mixtura. 

¿Cómo llegas al lenguaje del simbolismo?

El símbolo es muy importante en la obra de arte, no solo porque resume un contenido para que pueda ser interpretado de manera universal, sino también porque define la personalidad y el discurso del artista.

Como artista cubano la importancia del símbolo me llegó sobre todo del trabajo de Wifredo Lam. Su conocida obra La Jungla está llena de metáforas relacionados con Cuba y el Caribe: los cuerpos humanos como caña de azúcar, la exuberante vegetación caribeña donde está presente el tabaco, la sexualidad ,la luz y el color tropical y las deidades yorubas. Desde obras como éstas se aprende la importancia y el impacto del símbolo para transmitir de manera efectiva y metafórica conceptos e ideas que resumen un cosmos.

 En mi caso la canción de autor también ha tenido gran influencia. El tema del cubano Carlos Varela «Como los peces» me inspiró a usar los peces más allá de su significado bíblico y tratarlos como símbolos de la emigración cubana por mar. También los barcos de papel, una embarcación precaria en su estructura que hace referencia directa a las peligrosas travesías de los balseros cubanos en el estrecho de la Florida donde miles de ellos han perdidos sus vidas.

Al lenguaje de los símbolos llego a través de una búsqueda concienzuda que en su momento en Cuba era una indispensable herramienta para burlar la censura cuando  trataba diversos temas relacionados con lo socio- político. El símbolo es el vehículo intelectual del arte debido a que en esencia es también subjetivo y polisémico. Por otro lado, en mi trabajo predomina  el azul como referencia al mar; y la Isla de Cuba como un referente directo de identidad, del lugar donde ha ocurrido todo, geografía que en la creación se tornara arbitraria en dependencia del mensaje que quiero enviar.                                                                                      

Tu carrera artística se inicia en  la Isla de Cuba, la mayor de las Antillas, tu tierra natal; pero, desde hace algunos años, vives en uno de los estados de más importancia cultural de los Estados Unidos como lo es Nueva York. ¿En qué sentido ves y cómo sientes que te ha influenciado este cambio de contextos situacionales en referencia a tu desarrollo artístico? 

Salí de Cuba por primera vez en diciembre de 2011 con 47 años recién cumplidos y un trabajo artístico marcado por lo que supongo es mi estilo. Tocaba temas relacionados con mi realidad cubana más inmediata pero, el mayor peso lo tenía el estigma del tema migratorio cubano, hoy por hoy todavía un tema muy complicado y candente. Pasar de ser un observador a un emigrante activo, primero en México y luego en USA, creo que ha reforzado aún más la preocupación por esta problemática existencial que ahora siento y vivo en carne propia. No me considero  un emigrante político por cuanto no milito ni simpatizo con partido alguno, pero ahora vivo la realidad de lo que constituye una ruptura con mi contexto de origen a una edad tan madura y la  dramática crisis de la separación familiar. La emigración por las razones que sean es un tema universal que actualmente es una de las grandes preocupaciones políticas a nivel global.

Para un artista son imprescindibles las vivencias y la información. Conocer otras culturas  y tener libre acceso a internet, cosa todavía imposible en Cuba, es un complemento fundamental e inspirador para un creador. En este proceso ha sido crucial entrar en contacto con importantes museos y obras fundamentales del arte universal que solo conocía por libros y malas diapositivas en mi época de estudiante de Historia del Arte. Además de constatar in situ la dinámica del trabajo de la inmensa red de galerías de Nueva York y la gran variedad de tendencias que conviven sin prejuicios dentro del arte contemporáneo.

 Considero que se es creador vivas donde vivas y esto  por don y obras, pero esta experiencia extra territorial me ha servido para actualizarme y es sumamente relevante debido a que mi trabajo se está promoviendo y legitimando en un contexto artístico muy exigente y multicultural.  

 Se sabe que en la creatividad hay experimentación. Para experimentar debe existir alguna libertad. ¿Piensas que el arte contemporáneo da más libertad conceptual?

El arte contemporáneo es el paraíso de la libertad creadora y esto está directamente relacionado con la experimentación. Desde el impresionismo cada Ismo se ha propuesto subvertir e innovar y ello a estas alturas del partido ha tocado fondo. Opino que el término experimentar va careciendo de sentido, considero que  un creador es un experimentador con relación a si mismo, es decir, cuando en un momento determinado decide cambiar de rumbo y lo hace en entera libertad, aun  a conciencia de que tiene poco margen para lograr algo 100 % novedoso.  Queda muy poco espacio para lo nuevo, cuanto más lo nuevo casi siempre se relaciona con el arte hecho por los más jóvenes, y la posmodernidad lo acuña con la sentencia: nada nuevo hay bajo el Sol.

Me considero un artista contemporáneo  apegado al tipo de obra realizada por las vanguardias clásicas del siglo xx caracterizada por ser una obra cerrada, hecha sobre una tela bidimensional con las técnicas clásicas de la pintura. No soy ni un actor de teatro ni un conceptualista puro, me gusta expresarme desde la pintura – pintura y mediante un estilo que me caracterice. No obstante me siento cómodo teniendo  a mi disposición toda la libertad que ofrece el arte post moderno y sus licencias para expresar con entera libertad formal y conceptual cualquier contenido.

Quedan muchísimas más  preguntas que guardaré para una próxima vez, pero no quisiera despedirme sin escucharte responder a esto que alguna vez afirmaba Andy Warhol: “El arte es aquello con lo  que si estás de buenas, algún día te sales con la tuya” ¿Te has salido con la tuya, Orlando Boffill?

Esta es una cuestión que se presta para una interpretación según la experiencia y sentido de  cada cual. El arte más bien me pone de buenas porque es el territorio de una profunda y real vocación. Es mi pasión, mi oficio  y sentido de vida. Lo otro es el reconocimiento, los premios y poder vivir de ello. En mi caso poder estar haciéndolo a tiempo completo desde 1996 significa que a pesar de los pesares me he salido con la mía. La importancia del arte es hacerlo y al menos para mí lo hago a diario.

El arte habla, el cuadro unitario único e irrepetible habla a quien quiere escuchar. El arte es para ser sentido, es para adentrarse de él; nos comunica claves que tienen que ver con nuestro pasado, nuestro futuro y nuestros misterios más profundos. Quien mira al arte con esa perspectiva está sumándose al espejo de su propia alma…… 

Me identifico tanto con mi pintura que no puedo encontrar interés en ningún otro oficio por muy importante o remunerado que sea. El arte es el clásico refugio y es también el que me proporciona más directamente las alegrías cotidianas. La pintura roba todo mi interés y gracias a ella he podido conocer algo del mundo. Como cualquier pintor que en realidad asuma seriamente su oficio, aspiro a convertirme en la pintura misma.
– OrlandoBoffill                               

…Una guía para no ser guiado…

Entradas relacionadas

EUDALDO CRESPO: La imagen como estilete

EUDALDO CRESPO: La imagen como estilete Por Ysi Ortega . Eudaldo Crespo es un artista cubano, residente en el estado de Florida, Estados Unidos. Realizó estudios en la Escuela Nacional de Bellas Artes San Alejandro de La Habana, Cuba. Sus primeros reconocimientos...

Conversando con el jardinero, Renoir

Conversando con el jardinero. Reflexiones de un lego Por Benjamín Parra Arias En la casa donde vivo en este tiempo he encontrado una buena cantidad de libros de arte. Me entero de que la madre de mi yerno daba clases de pintura en forma particular y esos libros eran...

Pin It on Pinterest