No mentirás – octavo filme del “Decálogo” de Kieślowski
Por Ysi Ortega
Lo que me resulta fascinante sobre los mandamientos es que todos estamos de acuerdo en que son justos y apropiados, pero al mismo tiempo, los quebrantamos cada día. Me interesan porque me permiten hacer un examen de la ambivalencia moral del hombre.
– Kieślowski
La mentira deriva de mentir, que a su vez proviene del latín mentīri, y es una enunciación o exteriorización opuesta o diferente de aquello que se sabe o que es real. La mentira no solo ofrece impresiones falsas o es faltar a la verdad (Verdad: correspondencia entre la realidad y lo que pensamos, es la relación adecuada entre la mente y el objeto), sino que en el acto de mentir se es deshonesto, se es infiel a uno mismo, a lo que se piensa y se cree. Es, además, un generador de la falta de confianza -un mal del que se adolece hoy en día como nunca- porque atenta fundamentalmente en contra de las necesarias relaciones interpersonales. No obstante, la mentira ha sido y es el recurso más usado por las personas desde que comienzan a lidiar con las cuestiones de esta vida; es decir, desde la etapa de la infancia. A veces para liberarse de dar alguna respuesta que nos “acuse” y esquivar así una merecida penalidad o simplemente para evitar alguna vivencia engorrosa.
La psicoanalista austriaca de origen judío Anna Freud trabaja sobre lo realizado por su padre (Sigmund Freud) con relación a la “mentira como mecanismo de defensa” (Los mecanismos de defensa son la forma inconsciente que utiliza el “yo” para mantenerse en equilibrio y luchar contra ideas y acontecimientos dolorosos e insoportables que amenaza al “yo”. De esta forma se protege la autoimagen y se contrarrestan las demandas instintivas del “ello”). Cuando este mecanismo de defensa del “yo” se usa continuamente se convierte en patológico, perjudicando el comportamiento del individuo hasta vulnerar su salud, tanto física como mental. En el Decálogo de Krzysztof Kieślowski (serie de diez filmes) , los personajes se muestran como orillándose a la patología, pero son como cualquier otro, o quizás sea mejor decir que no son muy diferentes a nosotros. En su obra “Lo Normal y lo Patológico”, el filósofo y médico francés Georges Canguilhem afirma: “Los fenómenos patológicos son idénticos a los normales, excepto en cuanto a sus variaciones cuantitativas”. Variaciones que se pueden dar ante la vivencia particular de una persona, en alguna situación vital, en la que su personalidad se ve afectada con más facilidad que en la mayoría de los individuos.
Se miente, en primer lugar, empleando la palabra. Vivimos en una sociedad donde cuenta más la apariencia, por ello, es muy común ver cómo se deforma la realidad. En ciertos casos, existe la dificultad para discernir entre lo verdadero y lo falso. En otros, la mentira se da como una inclinación “natural” a deformar u ocultar la verdad. Las palabras son la manifestación externa de las ideas, por lo tanto, no se debería expresar lo contrario al pensamiento. El buen uso de la palabra, podríamos decir, es un deber de justicia. Pero hay otros casos -para muchos el menos dañino- en los que la persona piensa que “debe” mentir porque existe una “justificación” para hacerlo…
El octavo mandamiento bíblico prohíbe decir mentiras y todo lo que atenta al honor del prójimo. El mandato dice: No hablarás contra tu prójimo falso testimonio. En otras palabras: No mentirás.
No mentirás, es la octava entrega de la obra maestra “Decálogo” (1989-1990) del cineasta polaco Krzysztof Kieślowski, director de otras emblemáticas cintas como la trilogía Rojo, Azul y Blanco o La doble vida de Verónica. Decálogo es una serie creada para la televisión polaca. Cada uno de los diez episodios, de unos cincuenta minutos aproximadamente, se fundamenta en cada uno de los diez mandamientos de la ley mosaica. Decálogo corresponde a la época de expiración del régimen pro-soviético de Polonia y de alguna forma evidencia la atmósfera que se vivía durante dichos acontecimientos, trascendentales de nuestra historia.
En los diez capítulos, Kieślowski deja planteados algunos problemas y preguntas primarias del ser humano. Se replantea las mismas en un sentido heideggeriano (como lo hace en su búsqueda del “ser del tiempo” en Ser y Tiempo, por ejemplo). Son preguntas fundamentales que en un sentido filosófico llegan a parecer ingenuas, pero que siendo así -como las de un niño que va descubriendo cosas y se sorprende y quiere saber- nos llevan a la esencia de lo primario. Kieślowski retoma las preguntas fundamentales, pero, muy a su estilo, no suele concluir con respuestas. Por otra parte, en todos los capítulos del Decálogo, los símbolos juegan un papel esencial, siempre dando golpecitos en la puerta de la metafísica. Es así como vemos, por ejemplo, a un personaje misterioso que aparece en nueve de los diez filmes. Los personajes necesitan ayuda para sobrevivir y Kieślowski le presta ayuda a cada uno a través de dicho personaje, en fortuitos acontecimientos de gracia, como una mano providencial que señala un movimiento positivo en la narración. Cada vez, el personaje misterioso, con una apariencia diferente y distintos comportamientos, encarna sobre todo la mirada compasiva por la condición humana y a la que tan sensible era Kieślowski. Hay una importancia tanto estructural como moral y espiritual de esta enigmática figura. Artur Barciś el actor polaco que representa el papel del hombre misterioso, sugiere significativamente que a veces sus personajes “podrían ser Cristo quien aparece en cualquier persona y en cualquier ocasión”.
Con guion de Krzysztof Piesiewicz y las actuaciones de Maria Koscialkowska, Teresa Marczewska, Artur Barcis y Tadeusz Lomnicki, esta octava entrega, “No mentirás» resalta la tortura y la culpa que siente la protagonista. No es muy difícil colegir que, en su transcurso, el filme nos conduzca a una reflexión sobre la costumbre de nuestra sociedad a justificarnos, incluso por una mentira.
La protagonista (Maria Koscialkowska), profesora universitaria.
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No mentirás abre paso a la historia central cuando la protagonista, una profesora universitaria (Maria Koscialkowska) de la facultad de filosofía -a partir de un problema ético planteado por una alumna de su clase- recuerda y reflexiona sobre la historia del segundo decálogo: “No tomarás el nombre de Dios en vano”. Minutos después, durante la misma clase, la profesora debe hacer frente a una controvertida decisión de su pasado en la figura de Elzbieta Loranz (Teresa Marczewska), una polaco-estadounidense a la que pudo haberle salvado la vida cuarenta años atrás y que precisamente es la que, como invitada, asiste a su clase sin que la profesora advirtiera quien era realmente. Como parte del mismo tema ético, Elzbieta expone su experiencia personal cuando era tan sola una niña de seis años.
Elzbieta Loranz (Teresa Marczewska).
Kieślowski nos propone aquí otro dilema moral. “No mentirás” no solo señala la acción de mentir, sino que lo hace confrontando los miedos, la culpa y principios de una profesora que en tiempos de la Segunda Guerra Mundial -cuando la Polonia judía agonizaba bajo el horror nazi- tomó una decisión, quizás, equivocada. Ella y su esposo eran la familia que podía dar refugio a una niña judía, después que el padre de la niña había sido detenido y se encontraba en un gueto. En el último momento la joven mujer de ese entonces es la que comunica que, después de todo, no podían cumplir con su promesa (porque no debían mentir). Es posible que además de no desear “mentir”, pensara que su conducta estaría justificada si tomaba en cuenta el número de vidas humanas que estaban en juego. Una sola vida, la de la niña, en vez de correr el riesgo de causar la muerte a muchas más (de la gente de la resistencia) en caso de ser descubiertos. Pero en el presente, después de cuarenta años, la profesora solo sabe que ninguna idea puede valer más que la muerte de un niño. El mensaje en la película es bastante claro.
Los tiempos actuales indican que muy pocas personas se atormentarían por decir alguna “mentira blanca”, o por una acción que consideran viene “protegida” por una indiscutible justificación. Cada vez es más visible cómo nos bajan esa línea desde los poderes más altos que nos gobiernan, por dar un ejemplo.
La necesidad de la veracidad es muy clara en el octavo mandamiento bíblico. Es necesaria para la vida social, para una convivencia sana entre hombres y mujeres. De lo contrario se rompería el orden de las cosas que Dios ha puesto. Por ello, no está permitido quebrantar la verdad; es decir, hay un «deber moral de no mentir».
En filosofía, sobre la moral, Immanuel Kant (prusiano, uno de los pensadores más influyentes de la Europa moderna y de la filosofía universal) fundamenta la moralidad en el deber, no niega un orden moral. El pensador llegó al convencimiento de que la base de la moral reside en la «conciencia del deber» (esta lleva en sí el carácter de una ley natural, un valor absoluto) y que lo realmente importante es que el hombre haya llegado al reconocimiento de este imperativo no recurriendo a la observación o a sus sentimientos, sino descubriéndolo en sí mismo y reconociéndolo como ley suprema de su conducta. Por lo tanto, no obedece a consideraciones de utilidad personal o social (Ética racional). En la actualidad, para Enrique Dussel (argentino, filósofo, historiador, teólogo, reconocido por tu trabajo en el campo de la Ética, la Filosofía Política, la Filosofía latinoamericana y en particular por ser uno de los fundadores de la Filosofía de la liberación), la moral se fundamenta en la vida humana del sujeto ético que vive en comunidad. Un sujeto que tiene un nombre, con un rostro concreto y que puede ser el pobre, el marginado, el estigmatizado…la víctima.
“La profesora sabe que lo que hizo no está justificado. Mandar a una niña inocente a la muerte, ni siquiera para salvar a otros inocentes de la muerte. Justificar quiere decir que tengo un permiso para actuar de tal manera y está conforme a derecho. ¿Cómo se valoran las vidas humanas? ¿Es una cuestión contable, por número? Matamos a uno para salvar a muchos y de esa manera nos justificamos. El razonamiento de Caifás. El asunto de la justificación queda liquidado, pero cuando entramos al reproche, entramos a uno de los capítulos más difíciles de la ética y el derecho. La profesora sabía que no estaba justificada, pero sabía que solo se la podía exculpar. Eso es lo que hizo con la familia del sastre. Ella lo dice: Le pedí disculpas, es lo único que podía hacer. Claro, la profesora se siente liberada porque la niña está viva, pero no siempre estas cuestiones tienen un final feliz. Ojalá que aprendamos que esa culpa no es un sin sentido y si es así, no hay justificación, puede haber otra cosa, muy diferente y difícil de establecer, sobre todo en el mundo violento y complejo que nos toca vivir.” (Eugenio Raúl Zaffaroni, juez, jurista, criminólogo argentino, miembro de la Corte Interamericana de Derechos Humanos/ Análisis sobre el Decálogo).
El Decálogo uno, dos y ocho de esta deslumbrante obra cinemátografica tratan de una manera más significativa los temas de Dios y de la fe desde una perspectiva cristiana por su contenido y alcance. Estas prohibiciones están basadas en un conocimiento perfecto de la naturaleza humana. Personajes que intentan luchar constantemente contra las crisis morales causadas por la complejidad de la forma de vida postmoderna, y en este sentido del mundo postcristiano. El brillante cineasta polaco despliega un amplio abanico de modelos de comportamientos humanos, tanto pecaminosos como de gracia, a partir de su referencia a la Ley del Antiguo Testamento. Sin embargo, Kieślowski , sobre la moral imperativa de los mandamientos de la Ley de Moisés, tiene una opción más profunda y mucho más rica que remite al enfoque moral-espiritual del más importante mandamiento del Nuevo Testamento: el amor. El acto de amar, como el imperativo moral fundamental para el hombre y la mujer de hoy, tal como Jesús enseña (el amor a Dios y el amor al prójimo/ Marcos 12:28-34), que transciende del enfoque individual de cada uno de los mandamientos entregados a Moisés. Siguiendo esta mirada, en el Decálogo, los pecados cometidos son casi todos pecados contra el amor: infidelidad, rechazo, mentira, asesinato, traición…
Ningún capítulo del Decálogo es simple, son más bien complejas investigaciones de cómo estos diez principios, pueden cuestionar, guiar y ser relevantes para cada hombre y cada mujer de nuestro tiempo. En cierto sentido, cada una de las películas, entrelazadas en una o más crisis morales de carácter existencial, a veces siguen el significado tradicional y otras veces, aparentemente se alejan de ese significado, cuestionando o desarrollando nuevas y originales direcciones.
El hombre debe obrar íntegramente en cada acto, sería una resumida conclusión sobre el tema central de la película No mentirás. Si bien, es necesario educarse en la sinceridad interior y en la exigencia de la práctica de la caridad en el uso de la palabra y acción, no siempre es fácil tener claro cómo se cumple un mandato. Cuál es su sentido profundo en la circunstancia concreta y en el contexto dado. Nuestra historia sigue escribiendo que, tomar y obedecer el contenido literal del precepto, a veces, de manera incorrecta o ciega, puede llevar al individuo a violar el mandato en vez de cumplirlo…
Decálogo – Trailer
DEKALOG by Krzysztof Kieślowski from Aladdin on Vimeo.
… Serán, simplemente, películas sobre la vida.
– Krzysztof Kieślowski