El Evangelio según San Mateo de Pasolini
Por Ysi Ortega
Lo mejor de la vida es el pasado, el presente y el futuro.
– Pasolini
Pier Paolo Pasolini fue uno de los más grandes cineastas que dio este arte, pero fue también un libre pensador, poeta, ensayista, político, periodista, considerado uno de los mayores artistas e intelectuales italianos del siglo XX. Posiblemente el contexto político y social de su entorno fue la causa principal para llevarlo a un grado de entendimiento superior, tanto personal como artística. Pasolini tuvo la capacidad de condensar en una obra sus más profundas críticas hacia la sociedad, hablando de temas tan universales como la vida y la muerte, el poder y la flaqueza. El cuerpo independizado y el humillado. Supo representar con belleza las desgracias humanas. A través de sus escenas nos conduce a reflexionar y a padecer casi al mismo tiempo; pero también, nos asciende a través de cada encuadre y de cada diálogo. Sus obras resultan completamente atemporales y pueden ser entendidas e interpretadas por cualquiera.
Pier Paolo Pasolini, quien sólo dirigió alrededor de veinte películas en sus escasos cincuenta años de vida, atravesó por variadas fases dentro de su singular estilo. El Neorrealismo italiano fue su primer acercamiento, basado en la simplicidad, cotidianidad y naturalidad, herramientas necesarias para hacerse de un lenguaje propio que lo consagraría por el resto de la historia. Su genialidad radica en el manejo que tiene de lo que es la esencia del hombre: empezando por nuestros cuerpos (al que le dio una especial atención), nuestros pensamientos, ideologías, creencias y hasta nuestras perversiones. Hay un gran compromiso en cada obra suya, el mismo que es transferido artísticamente al espectador…
El Evangelio según San Mateo (1964) es una de las versiones más austeras, pero sentidas de la vida de Jesús, aun cuando muchos la identifiquen como “la visión de Jesús de un ateo”. Son muchas las personas que no conciben que existan o hayan existido artistas comprometidos con su causa y revolucionarios capaces de reivindicar la figura de Jesús. Aunque parece una contradicción, para Pasonili, Jesús fue uno de los primeros grandes revolucionarios de la historia y esto lo deja patente en su obra. Este divino y humano personaje, El Cristo de Pasolini, es bondadoso, pero puede ser terrible en pos de la justicia. Es el Cristo bíblico que no llama a una nueva religión, sino a la vida. Es quien asegura ser la verdad, una verdad que no está para que sea conocida únicamente, sino para estar en ella , eligiéndola libremente, no en grupo sino como individuo.
En el año 1964 el Concilio Vaticano ll reformó la manera de acercarse a la imagen de Jesucristo en el El séptimo arte. El Evangelio según San Mateo de este genial cineasta fue estrenado durante su celebración. Sobre el guión del filme, si bien el director realizó una selección de escenas, las allí incluidas son una copia fiel respecto de lo redactado en el evangelio de San Mateo y algunas se encuentran en el mismo orden.
La película es una obra sincera, filmada en los míseros pueblos del sur de Italia, con escenas sin decorados y un austero tratamiento fílmico. Muchas escenas fueron rodadas con una cámara al hombro, logrando así una inmediatez conmovedora ante las cuales uno tiene la sensación de ser observador directo de la predicación de Cristo. Para Pasolini, el cuerpo es algo más que una forma física que nos faculta para movernos. Es el medio a través del cual el ser humano alcanza sus más profundas necesidades: representa identidad, personalidad; es decir, lo que somos, pero también, es la imagen de la sociedad de su entorno.
El reparto de la película se nutre de actores no profesionales. Como el joven Enrique Irazoqui de 19 años, un estudiante de literatura quien interpretó a Jesús y dió vida a un Cristo de rostro tenue, que declama el Evangelio con solidez y semblante sosegado. Para la ocasión, otro de los actores fue el filósofo italiano Giorgio Agamben, e el papel del apóstol Felipe. Y la figura de la Virgen, interpretada por la propia madre del director, Susanna Pasolini. El resto de los participantes son gente común de los alrededores.
En la música, tenemos los exquisitos fragmentos de algunas arias de La Pasión según San Mateo, de J. S. Bach, además de los extáticos cantos de las voces Gospel y un austero vestuario que está inspirado en la pintura italiana del primer Renacimiento (siglo XV), especialmente en los frescos y telas de Piero della Francesca.
Sin duda, El Evangelio según San Mateo es un enorme desafío asumido por Pasolini. La magnitud de la película (sin contar lo poco rentable que podría llegar a ser) fue superar el desafío de marcar la espiritualidad de Jesús en el factor cinematográfico. Los silencios, como suele suceder en la música, fueron fundamentales, porque de esta manera, también, habla Dios. Para el director la representación solo de hechos externos no diría nada. El que Dios se encarnara en un cuerpo humano, que sintiera en lo más profundo de su ser los sufrimientos y dudas del hombre, no era posible representarse sólo a través de un buen actor y una cuidada escenificación. Era necesario un plan cinematográfico importante para conseguir hacer visible a Dios en la pantalla.
Además, hay momentos muy conmovedores como la negación y lágrimas de Pedro en una escena por las callejuelas de la aldea de Matera con una cámara al hombro, en el que se ve a un hombre de espaldas, deshecho, que huye sin consuelo hasta encontrarse solo para luego derrumbarse y romper a llorar, o la escena filmada del indescriptible dolor que se vuelca en la figura de la Virgen ante la muerte de su amado Hijo. Estos son algunos de los motivos que nos hacen sentir la indiscutible intención de compromiso de Pasolini.
La marca que ha dominado toda mi obra es este anhelo de vida, este sentimiento de exclusión, que no disminuye, sino que aumenta el amor a la vida.
– Pier Paolo Pasolini