.
En memoria de Benjamín Parra Arias (Santiago 1953 – Santiago 2024), un amigo de verdad.
Por Ysi Ortega
.
.
.
Imaginando poder decirte esto en una plática más…
.
Hay un tipo de tristeza que viene de saber mirar el mundo como realmente es. De ver cuan frágiles somos en medio de la inmensidad del “no tiempo” (una definición de nuestra amiga Eliana Valzura de la conocida eternidad). De ser conscientes, como alguna vez decías, amigo mío, que el dolor viene a entramarse en el ya entramado de la vida como parte importante de muestra realidad. Lo veíamos y lo sentíamos, como bien expresara nuestro admirado Van Gogh en su extraordinaria obra Almendro en flor. Transcurrían los días y nos veíamos reflejados en aquel abigarrado almendro y en esa serie de nudos en el avance de nuestra complicada existencia. Así, en esa pugna por desatarnos, llegamos hasta aquí.
A pesar de todo, había existido siempre un motivo por el cual agradecer, acaso celebrar, como fue el nuestro: El encuentro entre dos almas que se reconocían en un día de abril para nunca más soltarse.
Recordarás que un día de esos que no se olvidan, un amigo que tenemos en común (Hector Berenguer) me dijo que el amor más alto que conocía es el de la amistad. Varias veces reparamos en tal declaración aunque sonara atrevida, ilusoria, incomprensible para algunos.
Nos habíamos encontrado en la suma de los días sin ningún plan, y si existía algún propósito, ¿cuál sería?, nos preguntábamos. Ahora más, cuando el dolor de la ausencia de uno de los dos se hace palpable hasta en los tuétanos.
Pero ¿Cómo era, amigo mío?.. Miles de hilos invisibles se fueron entretejiendo entre tu corazón, tu palabra y mi pequeña humanidad. Comprendía en silencio esa palabra tuya que salía de la fragua del dolor, de la miseria, de la decepción y el desencanto. Pero que, al mismo tiempo, abría caminos, sugería nuevas ideas y me acompañaba.
Porque yo sabía de ti hace más de una década. Por sus escritos, libros, Podcast, entrevistas, conferencias, etc. Pero tú a mí no me conocías. Y sin embargo, tu calidez, consideración, y por todo eso que conocen de ti los que alguna vez han tratado contigo, tu respuesta a un simple mensaje con la intención de obtener uno de tus libros, sembraría entre nosotros una amistad que no tiene parangón.
“Tesoro es tu ser que por fin encontró mi camino”, me dijiste poéticamente una vez, y continuabas: “Me llamaste con palabras respetuosas, como si yo fuera un señor en alguna torre de marfil. Y no era más que un auténtico vagabundo de la vida. Un caminante que pensaba estar bien al final de su existencia. Que estaba resignado a dejar que el horizonte me llamara y yo no ignoraría su llamado. Cuántas vidas me ibas a hacer vivir en este tiempo. A cuántos mundos multicolores me llevarías de tu mano, amiga mía. Tu sabio consejo me reconciliaría con la música, la pintura, la filosofía, la política, los sueños. Cuántas lágrimas de gozo – y algunas veces de dolor derramaría al paso de nuestra increíble amistad” … Es apenas un recuerdo que dejas impregnado en mi alma, amigo mío. Pero también, para todo aquel que desee ver y oír.
En honor a nuestra amistad, me permito agradecer, una vez más, tu gran humildad. Tu extraordinaria generosidad; tu constancia en el trabajo para despertar conciencias, para ponerte al frente de algunas autoridades de este mundo y defender a los que no pueden ser escuchados. Tu «loca» entrega de seguir hablándonos, cargando el aparatito en tus hombros, que nos daba esperanza (como a ti) de seguir estando entre nosotros. El uso sabio de tus dones que pusiste al servicio y la defensa de los derechos de las mujeres de todo el mundo…Cómo no traer al presente, por ejemplo, la siguiente pizca de un 8 de marzo:
¿Qué quieren, qué son, qué piensan, qué sienten las mujeres?, se han preguntado muchos hombres, tanto en la vida cotidiana como cuando intervienen en los grandes temas de la literatura, el arte, la filosofía, la ciencia y la política, entre otros.
Desde hace ya bastante tengo la idea de que no hay arrogancia mayor de los hombres que la de definir, calificar y/o explicar a las mujeres en sus libros, películas, poemas, ensayos y refranes.
Así que no haré más que ofrecer una proposición: La mejor manera de saber qué quieren, quiénes son, qué piensan, qué sienten, cómo nos ven, es conocer lo que dicen ellas.
Lean sus libros, vean sus películas, miren sus obras de arte, entérense de sus biografías y reserven para ustedes sus prejuicios, historias personales y profundidades filosóficas.
Tal vez no lo harán. Preferirán mantenerse en sus ya familiares y sólidas convicciones, porque siempre es más cómodo vegetar en el andén de la historia…
…Porque hay veces como hoy, amigo de mi alma, que no llego a encontrar las palabras que mi mente y corazón guardan, cosa tan extraña porque ellas siempre acuden al servicio de mis emociones más intensas, aquí te dejo esta ofrenda de mi amistad. Como decíamos: Es posible que, acordándonos de lo experimentado y aprendido, habiendo conocido el lenguaje de la tristeza, en alguna esquina, no sé dónde ni de qué manera, repentinamente, los sueños nos vuelvan a juntar, querido y por siempre Amigo, Hermano, Compañero, Benjamín Parra Arias…
.
Vida líquida
Es posible que la liquidez de las cosas de las que hablaba Zygmunt Bauman no sea más que el miedo de involucrarse. “Mientras más te importa, más formas tiene el mundo de lastimarte” dice una chica en alguna película que vi una noche lluviosa. Nadie, creo, tiene un deseo innato de alejarse, de estar solo, de no tener más ganas. Pero al mismo tiempo, nadie quiere seguir infligiéndose voluntariamente la herida de la decepción.
La fragilidad de las relaciones humanas parece ser no otra cosa que la muestra de cuán poco, o casi nada, conocemos el verdadero amor. De tanto creer para desengañarse, de tanto desear para poseer, de tanto tener celos, de tanto malentendido, el amor va perdiendo su carácter y su belleza original; en cada esquina, en cada hora, tropezamos con su sombra en vez de encontrarnos alborozadamente con su materia profunda y eterna.
Tal vez por eso nos volcamos a las cosas y, por su naturaleza efímera, necesitamos reemplazarlas por otras más nuevas, más veloces, más potentes. El consumismo se convierte así en un amparo para el miedo, un linimento para el dolor y un artificio para esquivar la levedad de todo.
Tengo una libreta en la mesita baja del living de mi casa y a veces voy anotando ideas breves que dan cuenta del estado de las cosas que me tocan. Algunas voy a mostrarles:
Preferían las ollas de carne, el pan, los ajos y las cebollas en esclavitud en lugar de los peligros y los sufrimientos de la libertad.
Me voy, me voy. A mi tren nocturno que no se suba el amor. Quédese en el andén con su pesado equipaje de abalorios y querellas.
La vida, ese absoluto lugar común…
Hasta que ya no tuve ganas de tener más ganas.
La inescapable realidad del cuerpo adverso.
La sabiduría nos llega cuando ya no nos sirve para nada (Fermina Daza).
Al final, la calavera era ñata.
Reía… pero luego guardaba silencio.
Con el tiempo, la soledad comenzó a mostrarme su lado agradable.
Esplendor en la hierba, una pequeña luz, un destello de los días que se fueron.
Por los sueños que se hundieron allá.
No sé cuán líquida sea en realidad nuestra vida. Algo muy profundo dentro de nosotros aspira, creo, a la solidez de la verdad. Si no, no habría esperanza…
― Benjamin Parra Arias
.
…Aquello evidente, pero invisible. Aquello no dicho, pero percibido con la mente y el corazón.
De la dicatoria en libro entrelíneas de Benjamín Parra Arias
.
EL DOLOR, un tema presente en las charlas con Benjamin, pero sin drama.
Acerca del siguiente video, la poeta mexicana Isabella De Jesús Bautista escribía: ¡Qué belleza de pod cast! Benjamín sigue haciéndonos reír desde su manera de reírse de sí mismo, para enseñarnos que nada debe arrebatarnos el derecho a los aprendizajes, al humor. A no avergonzarnos del dolor, del fracaso, de atravesar en diagonal la incorporación de las cuestas, para seguir de cara a la vida con seguridad. Aún ido, nos sigue entregando la manera de asumir con sabidudía la tristeza de su adiós.
.
.
In memoriam de Benjamín Parra Arias, el poema POR EL PARQUE, de Isabella De Jesús Bautista
ceguera mía/ querer ver
las gamas de estos verdes
en el parque/con tus ojos
esos que fueron
más allá de la puerta
de anchura blanda
hacia otros bosques
otra mar/otras venturas
miro el jugueteo de las ardillas
que me da la certeza de este cuerpo la mínima estatura
y densidad/ que me ata aquí
es prisa la mariposa
que se me viene enfrente
desde un blanquísimo
aleteo vuelto vigor
la única en ese tono
de tricita de nube
en todo el parque y mi paseo
se me astilla la vista
y en tu nombre
me tiro a ejercitar
aquella frase tuya
“Enójate, sí, enójate/ pero hazlo dulcemente"
.
Sitios donde podremos seguir encontrándonos con Benjamín Parra Arias (escritor, publicisita, editor, conferencista chileno. Autor de Primera memoria, entrelíneas, Impresiones, Imprecisiones, La palabra en su laberinto, Palabra literal, Repertorio impreciso.)
https://benjaminparraarias.com/
https://www.instagram.com/benjaminparraarias/
https://www.youtube.com/c/Benjam%C3%ADnParraArias
https://www.facebook.com/profile.php?id=100093337473400
.