Pasión según San Mateo de J. S. Bach
Por Ysi Ortega
Es imposible describir la inmensa riqueza de su música, su naturaleza sublime, y su valor universal, comparándola con cualquier otra cosa en el mundo.
– Richard Wagner
A pesar de todo mi amor para muchos otros -y Beethoven y Mozart no son los menos- puedo solamente estar de acuerdo con Casals: Bach los domina a todos.
– Paul Tortelier
Solamente hay uno de quien los demás podríamos sacar algo nuevo: Johann Sebastian Bach.
– Robert Schumann
Johann Sebastian Bach fue un compositor, organista, clavecinista, violinista, maestro de capilla, cantor alemán de música del Barroco y según se cuenta en la pequeña crónica de Ana Magdalena Bach, también poseía enormes dotes para la improvisación y lectura a primera vista de piezas musicales.
Considerado por muchos como el más grande compositor y músico de todos los tiempos, Johann Sebastian Bach nació en el seno de una dinastía de músicos e intérpretes que desempeñó un papel determinante en la música alemana durante casi dos siglos y cuya primera mención documentada se remonta a 1561. Entre estos músicos considerados relevantes se encuentran algunos de sus veinte hijos, fruto de los dos matrimonios de J. S. Bach: Wilhelm Friedemann, Karl Philipp Emanuel, Johann Christoph Friedrich y Johann Christian Bach. Fue creador de obras maestras en la música y un referente intocable para grandes músicos que admiramos hasta el día de hoy. Su importancia en la historia de la música universal es una clara muestra de que el verdadero arte logra rebasar fronteras, culturas y épocas.
Anton Webern afirmaba algo que uno mismo puede comprobar al escuchar a Bach:
“Todo ocurre en Bach”
En los datos recopilados sobre la vida de J. S. Bach, se dice que era un gran admirador de Georg Friedrich Händel. Pasaba horas enteras repasando sus partituras. En Leipzig dirigió la ejecución de la cantata La Pasión de Cristo de Händel (Brockes Passion). Se cuenta que Johann tenía la sensación de que aparte de la música existía un lazo entre ellos e intentó en varias ocasiones encontrarse con Händel, aunque jamás le fue posible concretarlo. Händel era un músico consagrado y suficientemente grande para reconocer la importancia de las obras de Johann Sebastian Bach y, por esos tiempos, la fama de éste quedaba limitada a Alemania, mientras que el nombre de Händel sonaba hasta en Italia e Inglaterra. Händel buscaba al público, viajaba mucho y se fortalecía económicamente mientras que Bach huía del mundanal ruido, dedicándose al trabajo tranquilo y silencioso en el seno de su familia.
Dentro de su amplio repertorio podemos encontrar más de 1200 obras, recogidas en “El Catálogo temático sistemático de las obras de Johann Sebastian Bach”, mayormente conocido como BWV. Estas obras se dividen en música vocal, como son los corales, cantatas, oratorios, pasiones, etc. y en música instrumental: las sonatas, suites, oberturas, preludios, fugas, fantasías y cánones para una amplia gama de instrumentos.
El genial compositor falleció en 1750 y su extensa obra – considerada una cumbre del Barroco – cayó en el olvido y no fue rescatada sino hasta casi un siglo después, exactamente en 1829, cuando el compositor y director de orquesta alemán Félix Mendelssohn dirigió en Berlín, la tantas veces interpretada obra de Johann Sebastian Bach, Pasión según San Mateo.
Pasión según San Mateo de Bach es una de las obras sacras más excelsas jamás compuesta. Contiene toda la sabiduría musical que el gran compositor alemán desplegaba en cada una de sus composiciones, pero además aquí encontramos una presencia espiritual inigualable.
Al oír la música de Bach tengo la sensación de que la eterna armonía habla consigo misma como debe haber sucedido en el seno de Dios poco antes de la creación del mundo.
– Johann Wolfgang Goethe
Pasión según San Mateo de Bach es una maravilla musical, pero también una gema bellísima extractada del corazón del hombre. No hace falta ser un experto musical para disfrutarla, basta con oírla y sentir para saber que encierra algo extraordinario y para tener la convicción que se trata de una obra inmortal. Alguien ha escrito que la sensación de grandeza que se produce al escucharla va más allá de lo racional, debido a que puede ser experimentada en profundidad hasta por quienes no conocen a Bach y su música; algo inusual y que se asemeja a lo que sucede, por ejemplo, al contemplar la fenomenal obra de Miguel Angel en la Capilla Sixtina.
Pasión según San Mateo fue interpretada el 15 de abril de 1729 (Viernes Santo) en la iglesia de Santo Tomás en Leipzig bajo la dirección del compositor. La versión que llegó a nuestros días es la que revisó definitivamente el compositor en 1736.
Esta obra es un oratorio sagrado de las pasiones escritas por J. S. Bach en 1727 para voces solistas, coro doble y doble orquesta, con libreto de Picander (Christian Friedrich Henrici). En ella se establecen los capítulos 26 y 27 del Evangelio de Mateo (en la traducción alemana de Martin Luther a la música), con corales y arias intercalados. Se relata la pasión del Señor Jesucristo siendo los personajes de Pedro, Judas y el mismo Jesucristo los que exponen sus propias situaciones en la obra musical.
La obra fue redescubierta por Félix Mendelssohn en 1829 y recién se publicó, a instancias del editor musical Adolf Martin Schlesinger, en 1850. Desde ese entonces Pasión según San Mateo de Johann Sebastian Bach ha sido interpretada en incontables ocasiones, estudiada hasta en su más mínimo detalle y aun hoy –como es propio de una obra universal – sigue siendo escuchada con admiración y respeto por públicos de todos los rincones del mundo y de todos los niveles culturales y sociales.
Para Johann Sebastian Bach:
«El único propósito y razón final de toda la música debería ser la gloria de Dios y el alivio del espíritu».
Al escuchar esta obra (Pasión según San Mateo) es muy difícil dejar de pensar y sentir aquello que alguna vez señalaba el filósofo Friedrich Nietzsche:
“Esa semana he ido a escuchar tres veces la Pasión según San Mateo del divino Bach y en cada una de ellas con el mismo sentimiento de máxima admiración. Una persona que -como yo- ha olvidado completamente el cristianismo no puede evitar oírla como si se tratase de uno de los evangelios”…
Bach, el exponente del más alto grado de perfección que puede lograr el hombre.
– Paul Hindemith