César Vallejo: un nudo en el alma

06 febrero, 2016 | Filosofía y Letras

Texto

César Vallejo: un nudo en el alma

Por Ysi Ortega

Los Heraldos Negros

Hay golpes en la vida, tan fuertes… ¡Yo no sé!

Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,

la resaca de todo lo sufrido

se empozara en el alma. ¡Yo no sé!

Son pocos; pero son. Abren zanjas oscuras

en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.

Serán tal vez los potros de bárbaros atilas;

o los heraldos negros que nos manda la Muerte.

Son las caídas hondas de los Cristos del alma,

 de alguna fe adorable que el Destino blasfema.

 Estos golpes sangrientos son las crepitaciones

 de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.

Y el hombre. Pobre. ¡Pobre! Vuelve los ojos, como

 cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;

 vuelve los ojos locos, y todo lo vivido

 se empoza, como charco de culpa, en la mirada.

Hay golpes en la vida, tan fuertes. ¡Yo no sé!

Cesar Vallejo 3

César Abraham Vallejo (Santiago de Chuco, 1892 – París, 1938) poeta peruano, una de las grandes figuras de la lírica hispanoamericana del siglo XX.

El importante legado de César Vallejo son poemas, piezas teatrales, relatos y ensayos; así como artículos para periódico  y revistas, parte de ello publicados tras su muerte. Es considerado uno de los mayores innovadores de la poesía del siglo XX. Según el reconocido crítico literario Martin Seymour-Smith (1928-1998) «el más grande poeta del siglo XX en todos los idiomas» y en la opinión de Thomas Merton (1915-1968) «el más grande poeta católico desde Dante, y por católico entiendo universal»

Desde 1923 vivió en París y Madrid dedicado a la literatura, el periodismo y la vida política, habiendo visitado también Moscú en tres ocasiones.

Su obra es de un nivel expresivo pocas veces alcanzado en la que imprime su singular personalidad y su inocultable sensibilidad ante el dolor propio y colectivo. En sus últimos libros esa impronta se transformaría en un sentimiento de solidaridad. Vallejo, de ideología marxista, veía en el marxismo una senda de justicia y liberación del hombre, pero nunca una solución a las grandes cuestiones metafísicas que juntamente con los temas religiosos y sociales eran sus más grandes preocupaciones. Así pasa del Modernismo a las vanguardias y del experimentalismo vanguardista hacia una poesía humana y comprometida, mostrando hasta sus últimos días una inquietante renovación en sus obras.

El literato de puerta cerrada no sabe nada de la vida. La política, el amor, el problema económico, el desastre cordial de la esperanza, la refriega directa del hombre con los hombres, el drama menudo e inmediato de las fuerzas y las direcciones contrarias de la realidad, nada de esto sacude personalmente al escritor de puertas cerradas.
– Vallejo

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Los Heraldos Negros” (1918) es el título de este poema y también el nombre del libro que se sitúa en una etapa parcialmente temprana de su producción.

A finales de la primera guerra mundial el poeta peruano se acerca al existencialismo de principios de siglo, movido, como tantos otros, por la crueldad de la guerra y por una de las más atroces consecuencias como fue la hambruna.

César Abraham Vallejo desarrolla un tono muy personal sobre el destino del hombre al cuestionar su existencia. Habla filosófica y poéticamente -en pleno dominio de toda una tradición- de la frustración, la soledad, el dolor, la religión, la culpa, el absurdo, la duda, la muerte. Lo hace mientras se alejaba del colorido lenguaje modernista, violando, digamos, la formalidad métrica rigurosamente respetada. La puesta en práctica de una combinación de rimas consonantes con asonantes, utilizando un castellano muy elaborado y totalmente actual, impregnados, además,  de cierto aire místico y un ejercicio de modelización sobre cómo a través de la forma y el fondo nos aporta significados, César Vallejo, logra despertar nuestros sentidos a un nuevo ritmo. Es reconocido como un “arte mayor” el alcanzado por el extraordinario poeta.

El poema Los Heraldos Negros es un intento de explicar la llegada de un dolor que no se puede evitar. Aparece la duda cuando se aprecia a un yo lírico que comienza el verso con una certeza y termina sin saber, como dudando, aunque sean “golpes” visibles porque han dejado marcas. Por otra parte, se puede entender a Los Heraldos – que son Negros – como una suerte de mensajeros de todo ese dolor.

El poeta reúne un prominente nivel de carga semántica y conceptual, esto se ve reflejado en el lenguaje de tono místico, reforzado por la referencia a ese Dios que deliberadamente nos abandona y al que también nosotros hemos abandonado, o relegado a un segundo o último lugar en nuestras vidas. Para Vallejo «el pan» sería el símbolo de vida, como el alimento divino que el hombre necesita pero que no le llega o que quizás, por esos “golpes” recibidos, el hombre no confía en aceptar. Lo cierto es que ese pan no llega a cumplir con su propósito.

Al hablar de esos «Cristos del alma» pareciera aludir  los “pasillos del alma” como un vacío que aspira todos los sufrimientos del hombre, que años antes habían poetizado Unamuno y Antonio Machado. Hay, en el poema, un juego entre lo concreto y lo abstracto, sin que esto impida que el lector llegue a sentir o comprender de qué habla el penetrante poeta universal.

Otro de los momentos de gran sensibilidad en Los Heraldos Negros es cuando Vallejo habla de «el charco». Sabemos que en un “charco”, el agua no fluye y cuando esto se menciona en el poema, es como sentir que no hay más salida, evidentemente esa es una las imágenes más desgarradoras de angustia y desamparo que, ingeniosamente, Vallejo delataba de una realidad imposible de ocultar.

¿Quién no habla de un asunto muy importante muriendo de costumbre y llorando de oído?
– Vallejo

 Su obra deja en claro que no hay contradicción entre responsabilidades cívicas y exigencias estéticas; que ambas se pueden unir armoniosamente y llenarse de contenidos humanos que pueden expresarse en un lenguaje riguroso y exquisito. Este es el enorme legado de uno de los más grandes poetas que nos ha dado el siglo XX.

¡No es grato morir, señor, si en la vida nada se deja y si en la muerte nada es posible, sino sobre lo que se deja en la vida!
– Vallejo

 

…Una guía para no ser guiado…

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