Quino: “Hay más problemólogos que solucionólogos”
Ysi Ortega
Joaquín Salvador Lavado, conocido como Quino, nació en Mendoza, Argentina en 1932, hijo de inmigrantes andaluces. Un dibujante humorista, internacionalmente conocido por haber creado a su incomparable personaje Mafalda y a través de ella, interpretar una realidad social cruda e incambiable desde los albores de la humanidad.
Quino desde muy pequeño era un lector insaciable de historietas y a los tres años de edad viendo pintar a su tío – el dibujante profesional Joaquín Tejón – quedó cautivado al mirar lo que salía de la punta de su lápiz. Desde ese momento no deseó más que intentar hacer lo mismo y pese a su cortísima edad decidió ser dibujante. A los catorce ya era un dibujante humorista, inspirado por el cine mudo de Chaplin y Buster Keaton.
Entre los años 1945 y 1949 quedó huérfano, tuvo que abandonar sus estudios en la Escuela de Bellas Artes y se dedicó intensamente al dibujo humorista. Tan pronto cumplió los dieciocho años, Quino viajó a Buenos Aires.
Curiosamente el ingenioso personaje de Mafalda, según afirma su autor, surge cuando la empresa de electrodomésticos Agens en 1958 lo contrata para ilustrar campañas publicitarias. Los nombres de los personajes en estas ilustraciones deberían comenzaran por la letra M. El proyecto nunca salió al mercado y Quino guardó sus tiras de dibujos. El gran personaje de Mafalda recién saldría a la luz seis años más tarde.
Mafalda debuta en 1964, cuando las tiras de Quino pasaron a publicarse regularmente en el semanario Primera Plana y más adelante en el diario El Mundo; pero no es hasta 1965 que Quino añade más personajes por pedido del diario. Entonces aparecen Felipe, Manolito y Susanita, los amigos de Mafalda. Junto a ellos, esa niña lúcidamente analítica, pero con una inocencia casi aniquiladora, agregada por un exquisito humor, hace de la realidad diaria el blanco de sus punzantes reflexiones y duras críticas a la sociedad. “Se trata de encontrar lo gracioso dentro de lo trágico” (Quino)
Mafalda, según el mismo Quino: “Es una nena contestataria, pero que todo lo que pide lo pide en grande. Es una nena que va a la escuela y le dicen: tienes que ser buena, terminar el secundario; pero que cuando prende la televisión, lee los diarios y ve que la gente hace todo lo contrario, no se queda callada”. Con picardía critica a su madre por no haber terminado sus estudios universitarios y presenta una gran preocupación por los problemas que aquejan a su Argentina como, por ejemplo, la “fuga de cerebros”. Lo asombroso es que, en esa lucidez precoz de Mafalda, ella no deja de ser simplemente una niña con ilusiones nuevas, imaginándose junto a sus amigos al llegar a ser “grandes”, ser presidentes, ser el gobierno, ir a la Luna, ser el Llanero solitario, ser médicos, enamorarse ¡Cambiar el mundo!
La vida no debiera echarlo a uno de la niñez, sin antes conseguirle un buen puesto en la juventud.
– Miguelito (Quino)
El ingenioso Quino pudo expresarlo todo de forma única haciendo una síntesis de un mensaje en tan solo un cuadro como en varios. Un principio, desarrollo y fin, en manos de este artista, pone a la historieta en un lugar irremplazable en su categoría.
Su proceso de creación fue simplemente dejar la mente en libre asociación de ideas ya que como afirmaba Freud: “Tratar de dirigir ese proceso es como pretender irse a la cama y saber con qué se va a soñar”. Su inspiración fue la vida misma y ese gran libro, La Biblia, porque según decía: “En ella se puede encontrar todo lo que resume la esencia del ser humano, puesto que nos habla desde los comienzos de la vida y el hecho de que seguimos siendo los mismos en cuanto a odios, celos, violencia, hechos policiales, pero también tiene una exquisita poesía, filosofía y el gran tema del amor”. Supo recomendar leerla a todo aquel que ama el arte, sobre todo antes de ir a un museo…
Quino, tímido desde siempre, nada preguntón (como Mafalda), pero con una inquietud grande por obtener “respuestas”, llega a crear uno de los cómics más famosos de la historia. Su irrebatible sátira le provocó graves problemas durante la dictadura argentina, hasta el punto que acabó por abandonar el personaje en 1973 y salir del país. “Nadie puede amasar una fortuna sin hacer harina a los demás” (Quino)
Pasa a la historia, también, como un magistral creador de arquetipos, como “el pobre hombre, señor chiquito y el poderoso”. El hombre sometido indicando un tema inagotable como la lucha por la libertad, recordándonos así, a Hegel y la Dialéctica del Amo y del Esclavo. No hay duda que Quino ha recopilado su obra en libros como Mundo Quino (1967), Bien gracias, ¿y usted? (1976), Hombres de bolsillo (1977), Gente en su sitio (1978), Déjenme inventar (1983), pero su obra maestra ha sido Mafalda.
Se puede asegurar que – como dijo Miguel “Rep” Repiso, dibujante y humorista gráfico: “Mafalda es una obra maestra, empieza con la primera tira y termina con la última, sin poder sacar ninguna. Es como la trayectoria de los Beatles, que de su obra discográfica no puedes sacar ningún disco, está perfecto como está.”
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¿Y si antes de empezar lo que hay que hacer, empezamos lo que tendríamos que haber hecho?
¡Sonamos, muchachos!
¡Resulta que si uno no se apura a cambiar el mundo, después es el mundo el que lo cambia a uno!
¿No sería hermoso el mundo si las bibliotecas fuesen más importantes que los bancos? El problema es que hay más gente interesada que gente interesante. Lo ideal sería tener el corazón en la cabeza y el cerebro en el pecho. Así pensaríamos con amor y amaríamos con sabiduría.
¿Y no será que en este mundo hay cada vez más gente y menos personas?
Los diarios inventan la mitad de lo que dicen. Y si a eso le sumamos que no dicen la mitad de lo que pasa resulta que los diarios no existen. Como siempre: lo urgente no deja tiempo para lo importante.
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En la revista Primera Plana aparece la primera historieta de Mafalda, el 29 de septiembre de 1964
¿No sería mas progresista preguntar dónde vamos a seguir, en vez de dónde vamos a parar? …