¡Feliz Viejo Nuevo Año!  

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por Ysi ortega

La vida, puesta en la perspectiva de los tiempos, qué breve es. Tan efímera, pero al mismo tiempo tan densa.  Y el hombre ahí va, repitiendo eventos y emociones, deseando perpetuar los fugaces momentos de felicidad. Pero también, en menor escala, logrando aprendizajes que nos llevan a nuevos entendimientos; que nos revelan la posibilidad de que a nuestro paso se abran puertas, que es uno el que tiene la paleta de colores en la mano, para bien o para mal.

En ese andar por la efímera y densa vida, de acuerdo con la perspectiva de cada uno – que difiere debido a su situación, del lugar donde se encuentra y de la riqueza o pobreza de su enfoque – nos damos cuenta de que hay urgencia por revisar creencias y convicciones, sobre todo en aquellas que adormecen el alma o se pintan de paz y dicha. Es preciso valorar los momentos que aparecen como oportunidades cada mañana al despertar; hacer que dichos momentos no corran sin sentido alguno. Ser conscientes que es un deber reflexionar sobre los descubrimientos que alborotan nuestras conciencias y nuestro espíritu. Y, en definitiva, que es una responsabilidad saludable hacerse de nuevo las preguntas elementales.

En esta tan efímera, pero al mismo tiempo densa vida, es en donde todo fluye de manera hermosa, siniestra, acelerada. Casi todo está expuesto en el mostrador. Una gran parte de ella expresa la mezquindad de la condición humana, su más oscura manifestación. Es vista en los pueblos alrededor del mundo, así como en el mismo seno del hogar. La mezquinad crece y se naturaliza. Se olvida que nos necesitamos unos a otros y que para eso no es necesario ser iguales ya que una de las cosas más grandes en la vida es valorar al otro respetando su unicidad.

Vuelve uno a levantar la vista y ya nadie parece querer más de lo esencial. A fin de año muchas personas se apresuran a salir de la rutina porque hay un día en el calendario, inflado por los medios, con la “comercial idea” de que el primero de enero cambia todo y todo se hace nuevo y distinto, entonces muchos salen animados a pasear. Mientras alguno, en su rincón escondido de la gran ciudad, sobrevive y espera.

Aun asombra la tranquilidad que tienen los que están seguros, los que tienen bien claras las cosas y se sienten ya confirmados en el gran libro de la vida, esperando el desenlace del combate de los siglos. Una forma de vivir para no preocuparse del sentido de las cosas o hacia dónde va el mundo y que carga con la tragedia de los “otros, los que no son parte del boceto. Casi ya nadie quiere meterse en el estado de las cosas. Si no hay paz, ni justicia, ni orden, ni alcance para todos, el responsable es el resto o el que hizo falsas promesas.      

Por otro lado, surge la esperanza. Una esperanza que se pinta de verde, de azul, de rojo o del color que simbolice un deseo a conseguir. La esperanza desde el hecho de saber que somos, que estamos y que vamos…

A diferencia de lo que algunos piensan; otros somos testigos de que la esperanza no es la base de las frustraciones. Dependerá en todo caso, de quién o en qué depositamos nuestra esperanza.

Hoy en día existe una desesperanza generalizada con respecto a la posibilidad de cambiar el curso que hemos tomado. Esta desesperanza es principalmente inconsciente, mientras que la gente consciente es “optimista ” y espera para su posterior progreso. Pero, la esperanza es un elemento decisivo en cualquier intento de lograr un cambio social en el sentido de una mayor vitalidad, la conciencia y la razón.

Tener esperanza significa estar listo en todo momento para lo que todavía no ha nacido, y aun así no desesperarse si no se puede ver en esta vida. Aquellos cuya esperanza es fuerte pueden ver y apreciar todos los signos de la nueva vida y están dispuestos en todo momento para ayudar al nacimiento de lo que está listo para nacer. La esperanza es un estado del ser. Se trata de una disposición interior “The Revolution of Hope: Toward a Humanized Technology” (Erich Fromm)

Con todo esto a la vista, damos la cara a un Nuevo Año.

Late un compromiso: Mantener a toda costa lo que ha sido y sigue siendo bueno y vital para el ser humano (cada uno sabe de qué se trata) y, luchar activamente contra todo aquello que está destruyendo la creación más grande: el hombre. Una de ellas, la mezquindad con todas sus consecuencias y que delatamos a diario, por ahora, simplemente como unos “indignados” …

Cabe recordar que solo se cosecha de la semilla que se ha sembrado o “¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los abrojos?”

En este tiempo “viejo y nuevo”, con gratitud, sabiendo que una de las cosas más valiosas que se puede recibir es la transmisión de conocimientos que nos hagan mejores -en este caso dando valor a lo vivido en los últimos doce meses- les comparto como un deseo propio para ustedes, las palabras que regalara tiempo atrás el respetado periodista argentino Antonio Carrizo en las vísperas de un nuevo año (1989- 1990):

Les deseo a ustedes un Feliz 1989 (2018). En vez de estirar mi deseo hacia el futuro lo retrocedo hacia el pasado. Se medirá que el pasado no se puede modificar, quien sabe si iluminándolo desde el futuro de otra manera no resignificamos ese pasado. Así que yo les deseo a ustedes que en el recuerdo tengan un muy Feliz 1989 (2018), que es el año que acaba de pasar”.  

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¡Les deseo un Feliz 2018 y un Próspero 2019!….Feliz Viejo Nuevo Año

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…Una guía para no ser guiado….

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